Nukes en el equipo

El error que rompió mi mente

Era una noche tranquila. Tras analizar estadísticas para las eliminatorias de Brasil 2026, pensé: ¿Y si… usamos poder real? Abrí FIFA 24, modo Carrera y arrastré un ícono de arma nuclear a mi selección.

Spoiler: No se movió. El juego mostró: “No se puede asignar a una selección inactiva o inválida”. Parpadeé. Intenté crear perfiles nuevos… solo unas 30 naciones aparecían como opciones. Las demás? Fantasmas.

¿Por qué solo algunas naciones aparecen?

No es aleatorio. Hay lógica real aquí — no solo equilibrio, sino realismo geopolítico integrado en el código.

Juegos como FIFA usan selecciones oficiales de confederaciones reales (FIFA, CONMEBOL, UEFA). No puedes elegir Corea del Norte o Taiwán porque no están reconocidos por FIFA — sin licencia, sin datos, sin acceso.

Y las armas nucleares? Ni siquiera están en la lista de elementos jugables. Ni siquiera como Easter egg.

Me pregunté: ¿Y si lo fueran? ¿Incluiría Inglaterra cuatro submarinos Trident como mediocampistas? ¿Irán usar silos misiles como defensas?

No. Porque el fútbol es unidad — no destrucción.

Datos y drama: la verdadera razón detrás de las restricciones

Desde mi experiencia analizando canteras del São Paulo FC, sé algo: el contexto importa más que la capacidad. Un jugador con 95 velocidad es inútil si no entiende posición ni trabajo en equipo.

Lo mismo pasa con los objetos virtuales. Aunque pudieras añadir nukes a tu equipo, ¿qué harían?

• Marcar goles? Nada.
• Generar química? Cero.
• Ganar partidos por diplomacia? Dudo mucho.

No entran en los mecanismos centrales del juego — basados en métricas humanas: precisión al pase, resistencia, agresividad… cosas que mido con scripts en Python y modelos de IA.

Las armas nucleares no tienen esas estadísticas — solo potencia (en megatones), radio de impacto y riesgo existencial!

Así que sí — el sistema las bloquea porque rompen la coherencia narrativa, aumentan complejidad sin añadir diversión, o peor aún… hacen parecer al fútbol una academia del Apocalipsis.

La gran imagen: los juegos reflejan la realidad (a veces)

Este pequeño reporte de error revela algo más profundo sobre cómo los juegos simulan sistemas reales: Las reglas no son arbitrarias; son filtros morales disfrazados. Excluimos ciertos elementos no por falta de capacidad técnica, sino porque algunas cosas pertenecen fuera del deporte — incluso en formato digital.

Igual que no puedes contratar a Adolf Hitler como entrenador, tampoco puedes fichar bombas H como jugadores.