El mito frente a la máquina

Admito que llegué con escepticismo.

Como científico de datos deportivos con título de Chicago, confío más en algoritmos que en leyendas —especialmente en iconos del fútbol. Pero la semana pasada volví a ver el campeonato de Maradona en 1986: no por nostalgia, sino por datos reales.

Y te lo digo: el hombre no solo fue bueno. Fue dominante estadísticamente en todos los indicadores clave.

El mito del ‘Mano de Dios’

Comencemos por lo inevitable: el gol con la mano contra Inglaterra.

Sí — fue ilegal. Pero también lo fue ganar todo un torneo con habilidad pura mientras jugabas con una mano atada.

Al eliminar ese momento de sus estadísticas, lo que queda es asombroso:

• 5 goles en 5 partidos (sin contar el handball)
• 4 asistencias (una de ellas un recorrido solitario imposible hacia el área)
• Precisión de pases del 87% bajo presión en eliminatorias
• Distancia total recorrida por partido: superior a cualquier mediocampista de ambos equipos

Eso no es suerte. Es rendimiento élite bajo condiciones extremas —físicas y psicológicas.

El efecto Diego: cómo cambió los partidos con un solo movimiento

En análisis futbolístico llamamos «coeficiente de influencia» a cuánto un jugador altera la estrategia del rival durante el juego.

Maradona no solo marcaba goles; obligaba a los defensores a doblarlo antes incluso de tocar el balón. En esos partidos, los rivales promediaron 2,3 defensores extra cerca de él por posesión frente a formaciones estándar.

Esto generaba más espacio para sus compañeros. Más oportunidades. Y sí — más goles para Argentina.

Los datos no mienten: cuando Maradona tenía el balón dentro del rango medio, los oponentes tardaban en promedio solo 3 segundos en reaccionar… y aún así colapsaban.

No es magia. Es dominio táctico construido sobre velocidad, visión y valentía —todas características medibles en modelos modernos como los que usamos en ESPN Brasil.

¿Por qué hoy dudan de la grandeza?

Lo mismo pasó con Messi tras 2022? Sin Balón de Oro FIFA? De pronto todos dicen que «alcanzó su pico temprano». La verdad es simple: la polarización forma parte del fútbol hoy. Internet amplifica las críticas más rápido que el reconocimiento—especialmente cuando hablamos de leyendas sin acceso a herramientas estadísticas modernas. Pero olvidan algo clave: entonces no había VARs… pero sí desconsuelo (véase final ’90), brillantez (véase semifinal ’86) y voluntad pura que desafiaba las leyes físicas. Pensamos con filtros obsoletos para juzgar jugadores que jugaron en épocas distintas y condiciones diferentes—como evaluar un Ferrari clásico por falta de sistema GPS! Así que no… Maradona no fue diluido por el tiempo ni por la hype—hecho su lugar mediante resultados que aún hoy son referentes históricos.